miércoles, 12 de agosto de 2009

SEGUNDA PARTE

Fría
Miraba su blanco rostro en el espejo
eran sus lagrimas trozos de tormentas pasadas, que se deslizaban y se congelaban en sus labios.
La maleza imaginaria se enredaba en sus pies y aunque quisiera correr,
estaba sembrada como un roble,
todo el paraíso perdido de su mente estaba enmarañado con palabras, frases,
disparos,
olores,
dolores,
despedidas,
ausencias,
y luego la nada.
Con Morfeo como amante,
pasaba los días y las noches sin percibir el mundo,
le gustaba susurrarle al oído al tiempo
que todo era una burla
que no se rendiría a su paso
su sonrisa descarada y húmeda
rebotaba en los muros de su habitación
creyéndose inmortal,
inmensa,
abandonada,
sus palabras al viento se escuchaban como extraños ruidos de un animal moribundo
se sabia incomprendida
por ella, por su padre, por su amante, por el resto
conjuraba sus palabras en la mente
pero estas no salían, sabia que tenían vida propia
no eran pertinentemente benéficos sus momentos de escritura
nunca sacaba nada
era mejor drogarse
era mejor lavarse
era mejor venirse
era mejor vomitarse
todo, menos escribir

Cuidaba de su anciano padre lo mejor que podía
Tratando de silenciar sus otras variables
Respirando despacio y siendo normal
Para no acabar tomándose todo la morfina que su padre tenía
Respirando despacio y siendo normal
Un cuerpo marchito y doliente
sosteniéndose de hilos inexistentes
A una vida que le duró mas de la cuenta
Respirando despacio y siendo normal
Contando los minutos de un reloj atemporal
Buscando la puerta,
Dejando atrás de ella su vida real
Respirando despacio y siendo normal

Noches etílicas, sombras y lujuria
Una vida afilada como navaja en su cuello
Donde solo el recuerdo del sexo le hacia sentir viva y el alcohol le tranquilizaba
Por eso seguía como psicodependiente a Antonio
Le daba todo lo que le interesaba y lo único que necesitaba
Se colgaba a su cuello y sus besos químicoalicorados llenaban los huecos de su mente y su alma.
Por eso nunca noto a aquel joven que la miraba desde el otro lado de la calle,
que la recorría minuciosamente y la aprendía en cada centímetro,
ella no lo noto, solo le importaba seguirle susurrando a Antonio que tenia muchas ganas,
que le diera sexo toda la noche y toda la mañana,
que envolviera su lengua con la de ella
que se muriera entre sus piernas
que quitara los diques de su torrente sagrado
y que se vinieran juntos
para así olvidar que durante seis meses que llevan juntos
no le ha tocado más allá de la espalda.