martes, 28 de julio de 2009

PRIMERA PARTE...

Al abrir sus ojos, sintió como si dos ladrillos reposaran sobre su cabeza, la luz que entraba por el único espacio minúsculo que no lograba cubrir la sucia cortina de la habitación del calvo. Era insoportable.

-donde estoy?- pensó

Al fin reconoció que estaba en un cataclismo llamado Habitación, ese era el típico desorden insoportable y nauseabundo de el Calvo que, como todo en su vida, era indescifrable, enmarañado, inentendible y sin esperanzas de cambio. El Calvo lo único que pudo resolver en su vida fue que hacer con su cabello.

Su boca se sentía como un bote de basura lleno de restos de alcohol y colillas de cigarrillos, sentía nauseas, era su cuerpo un hervidero de sensaciones magnificadas e insoportables. Su visión era más aguda, a sus oídos llegaban inadvertidos sonidos que ahora eran molestos, no aguantaba la sensación que le producían las sobre su piel desnuda. Su piel desnuda, porqué estaba desnudo en la cama de el Calvo?, bajo ninguna circunstancia se hubiera acostado desnudo en la cama de su amigo – Quien sabe cuantas veces se habrá venido en estas putas sabanas sin cambiarlas – pensó.

Y su olfato, percibía cada vaga molécula que pasara y sintió un olor particular, no conocido, el lado izquierdo de su cuerpo estaba tibio, más tibio que el resto de su cuerpo. Concibió que a su lado había una respiración reposada y distinta a la suya. Fue entonces cuando vio a su lado una hermosa cabellera roja y larga que estallaba sobre la almohada, bajó su mirada y sus ojos se encandelillaron con el blanco absoluto de una piel descubierta hasta las redondas nalgas. -Tienes una espalda perfecta, quien quiera que seas-.

Los recuerdos de la noche anterior no eran muy claros, eran un desorden de polaroids sin sentido que intentaba interconectar tratando de armar una historia coherente, pero en algún lugar oscuro, en un pasillo desolado de su cerebro anidaba un anhelo anterior que repicaba en su mente esa noche, era una petición que hacia al universo por una sola noche con esa mujer, esa que se aferraba al cuello de su novio, esa que ahora dormía a su lado. No sabe como lo logró, no lo sabe.

Todas sus entrañas se descolgaron al sentarse en el borde de la cama, sintió que el universo lo jalaba hacia su centro intentando tragárselo, cuantas muchas veces se había sentido así, físicamente terrible pero complacido, cómodo y complacido de despertar al lado de una mujer, cuantas veces había despertado sintiendo que el amor se le salía por la boca, que podría tener 5 orgasmos con solo mirarla. Cuantas veces.